miércoles, 12 de mayo de 2010



En medio de la vasta noche, un ser solloza incontrolable porque se ha extraviado;
el inconfundible llanto de una pequeña retumba en medio del bosque sombrío, revelándole a muchos la ubicación de su paradero.
Ese día había salido a dar un corto paseo, pero en la espesura del bosque se perdió; no era la primera vez que le pasaba, y mientras luchaba para que un par de lagrimas no se escaparan de sus inexpresivos ojos, empezó a dar gritos llamando a su padre
-”Papa!, Papa!”-gritaba la pequeña, confiada de que se progenitor, como muchos otras veces, saldría en su búsqueda y que sus débiles gritas lo ayudarían a hallarla como en el pasado lo habían hecho.
Pasaron los días, se desvanecieron las horas, volaron los segundos y el padre de la niña no aparecía; “pronto aparecerá” se repetía tratando de convencerse a si misma de algo que quizás le diera esperanzas para un
futuro en el que de verdad las necesitaría (porque si que las iba a necesitar)
Al cabo de unos meses la niña se aferraba con todas sus fuerzas a las pocas esperanzas que se había creado, y al amor que se padre por años le había profesado, pero sin éxito alguno, ya que su padre no aparecía.
La pequeña cansada de gritar durante meses seguidos sin resultado alguno, decidió que seria mejor aceptar su condición; su padre la había abandonado, aquel hombre tan gentil y amoroso que decía amarla, la había olvidado y ya no se acordaría de ella, nunca mas.
El tiempo paso y con el las esperanzas y el amor que sentía por su padre, aprendió a vivir la vida que le toco, y al parecer esta, es mucho mejor; durante las noches mientras contempla la luna un par de lagrimas se escapan de sus ojos y caen sobre sus rodillas como señal de que aun extraña el amor de aquel hombre al que alguna vez se atrevió a llamar padre. Pero sin importar lo que sus ojos digan ella nunca ha estado sola.
Siempre estuvo acompañada de su fiel sombra; en el día le hace compañía donde sea que sus pies la lleven y por la noche se mezcla con la obscuridad del bosque solo para acunarla en sus brazos.